jueves, 16 de junio de 2016

TSUM VALLEY: UN TROCITO DE TIBET EN EL NORTE DE NEPAL

Este es un “valle encantado” y encantador. Cierto que la primera impresión fue para salir corriendo; cuando por fin, después de un duro trekking de aproximación durante cinco días, llegamos a Chumling que es el primer pueblo del valle, nos encontramos con un pueblo sucio, sin agua corriente (aunque el río está a 15 minutos), con moscas, con casas oscuras, calles estrechas… las fotos no acaban de reflejar lo que allí nos encontramos. Supongo que algo así como las primeras impresiones de Lucien Briet en nuestros pueblos del Pirineo hace unos cientos de años... y eso que para mi ya es la sexta vez en Nepal y estoy curada de espantos.




Sin embargo, a medida que íbamos adentrándonos en el valle, descubrimos las maravillas que esconde: infinidad de chortens, gompas (monasterios budistas),  manis (paredes de piedras talladas con oraciones) y estupas (templos budistas) a lo largo los 40 km que separan Chumling (3.031 m.) de Nyle (3.361 m.), en un valle ancho, fértil, con mucho agua, rodeado de unas montañas espectaculares y salpicado de una decena de pequeños pueblos habitados únicamente por personas de etnia tibetana. Para mi, de lo más bonito que he visto en Nepal como paisaje y como ambiente humano. Lo magnífico es su hospitalidad, su amabilidad, su sonrisa contagiosa.




Desde el Tsum Valley se accede a numerosas cuevas en las que monjes budistas han meditado durante siglos y junto a las que se han construido monasterios en los que alojan a los turistas y montañeros: Milarepa Cave, Geshe Lama Konchog Retreat Cave. Pero también es la ruta hacia el Ganesh Himal (siete picos de entre seis y siete mil metros) y uno de los muchos accesos al Tíbet atravesando collados que se encuentran a más de 5.000 metros de altitud.



Aquí las casas, las costumbres, la ropa, la cultura, la lengua y los ritos son tibetanos. Hará unos mil años que se asentaron en estas tierras, provenientes del Tibet. En el Monasterio Rachen Gompa conservan la lengua tibetana, los ritos y numerosos textos sagrados. Junto al monsterio antiguo, se levantan las nuevas instalaciones, financiadas por el monasterio tibetano Kopan de Kathmandu. Rachen Gompa hace las funciones en el valle de seminario menor, dando formación a jóvenes del valle –hombres y mujeres- hasta los 16 años, lo que permite conservar una cultura que en el país vecino, China, han intentado eliminar.



Las casas son oscuras, con pocas ventanas, típicamente de montaña. Se accede por una escalera de mano por la que ellos suben y bajan sin agarrarse con las manos y a gran velocidad. Las cocinas tienen un fuego bajo de leña, con chimenea, en los estantes se almacena la vajilla, unos recipientes grandes de bronce y/o cobre con el agua para cocinar y hacer el té. En todas ellas está el mezclador manual –como una mantequera- en el que hacen el té tibetano, una bebida en la que mezclan grasa de yak, té y sal, base de su alimentación junto con el arroz con lentejas, patatas y verduras; aquí la tradición manda no matar animales. Así pues, la grasa que aporta el té tibetano, es un suplemento energético para una etnia que vive del campo y de la montaña.




Los pueblos que viven próximos a un monasterio se ven más cuidados y prósperos, así como su gente, que tienen mejores medidas higiénicas. En cualquier caso, son muchas las asistencias médicas que estamos haciendo estos días a lo largo del Tsum Valley, así como el material escolar, botas y chaquetas que estamos distribuyendo entre sus gentes. 

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